(Extracto de Beyond the Beef, de Jeremy Rifkin) Hace más de 200 años que Thomas Malthus escribió su "Ensayo sobre el principio de la población". En él expresaba; "el poder de la población es infinitamente más grande que el poder de la tierra para producir medios de subsistencia para el hombre". Mientras la población crece siguiendo una progresión geométrica, la tierra cultivable sólo crece en una progresión aritmética. Por esto, el crecimiento poblacional presionaría la capacidad de la tierra, provocando erosión de los suelos, devastación de los recursos naturales, hambre y pestilencias. Para Malthus, el proceso era inevitable y autocorrectivo: cuando la población excediera la capacidad de la tierra para darle sustento, el hambre, la guerra y las enfermedades ajustarían los números, hasta que el balance entre bocas que alimentar y tierra disponible se equilibrara de nuevo. Su predicción se va convirtiendo en realidad, de una manera un tanto velada a ojos novatos.
La humanidad escapó a las oscuras visiones malthusianas, al menos por un rato. Después de la II Guerra Mundial la introducción masiva de los monocultivos, los fertilizantes químicos y los pesticidas resultaron un gran salto para la agricultura. La producción de grano aumentó más de dos veces y media entre 1950 y 1984. Los economistas y agrónomos eran optimistas con la nueva tecnología y las posibilidades que abría a la humanidad. Pero su fe fue removida en 1980, cuando la población mundial comenzó a ejercer un nueva presión en los suelos agotados. La producción mundial de grano cayó un 7% entre 1984 y 1989 y siguió bajando durante los años siguientes.
En 1988, los científicos de la Academia Nacional de Ciencias en EE.UU y la Academia de Artes y Ciencias advirtieron sobre las consecuencias del aumento de la población, con una escalada de amenazas medio ambientales:
"detener el crecimiento de la población mundial debería ser el segundo item de importancia, sólo para evitar una guerra nuclear en la agenda de la humanidad. La superpoblación y el crecimiento acelerado de la población están íntimamente relacionados con muchas aspectos de la vida actual: el agotamiento de recursos no renovables, el deterioro medio ambiental y las crecientes tensiones internacionales."
A pesar de las alarmas, se considera muy poco a uno de los factores más importantes de la crisis: el desarrollo de la agricultura y el cambio del "grano como comida" a la "comida alimentada con granos". Un cambio de proporciones monumentales cuyo impacto ya estamos viendo a nivel global: las grandes culturas ganaderas de Europa y Norteamérica han erigido una "escala de proteínas" en todo el mundo en los últimos dos siglos, con la "carne de vacuno alimentado con grano" en el último peldaño. Hoy, la población de todo el mundo, encabezada por Europa, Norteamérica y Japón, están en lo alto de la cadena alimentaria que devora la riqueza del planeta.
Es hipócrita insistir únicamente en la sobrepoblación y el nacimiento desbordado de niños en países pobres, mientras se ignora la sobrepoblación de ganado y las realidades de una cadena alimentaria que le roba a los pobres el sustento para alimentar a las vacas que se comerán los habitantes de los países pudientes.
Para entender esto, es necesario examinar la biología de la cadena alimenticia y la manera en que ha sido manipulada y distorsionada para servir a los intereses de unos pocos.
El químico G. Tyler Miller ha diseñado una simple cadena alimenticia para ilustrar cómo operan las leyes de la energía en la criaturas vivas. La cadena está formada por pasto, saltamontes, ranas, truchas y humanos. Cuando el saltamontes come pasto, y la rana se come al saltamontes, y la trucha se come a la rana, etc. existe pérdida de energía. En el proceso de devorar a la presa, dice Miller, "cerca de un 80-90% de la energía se pierde en forma de calor al medio ambiente". Sólo entre un 10 a un 20% de la energía devorada permanece en los tejidos del predador para transferirse a la siguiente etapa de la cadena. Considera, por un momento, el número de cada especie requerida para mantener a las siguientes especies vivas. "300 truchas se requieren para mantener a un hombre por un año. La trucha, en cambio, debe consumir 90.000 ranas, que deben consumir 27 millones de saltamontes que viven de 100 toneladas de pasto."
Hoy, un 70% del grano producido en Estados Unidos es destinado a alimentación de ganado. Y las vacas son los animales más ineficientes para ser convertidos en alimento. Se necesitan 4 kilos de grano (2 de granos y 2 de forraje) para producir 450 gramos de proteína animal. Esto significa que sólo el 11% de la comida produce carne, y el resto se quema como energía en procesos metabólicos, excreción y absorción en partes del cuerpo que no son comestibles (pelo, huesos, etc.). Como señala David Pimentel:
"la proteína para alimentar al ganado es ineficiente, el animal produce menos de 50 kilos de proteína tras consumir 790 kilos de proteína vegetal".
El ganado vacuno y otras especies están devorando la mayoría del grano producido en el planeta. La demanda por carne de vacuno hace que las multinacionales determinen cómo y dónde se producirá el grano, lo que determina un uso de la tierra totalmente injusto para los más pobres: "un acre de cereal puede producir 5 veces más proteína que un acre dedicado a la alimentación de ganado: legumbres (alubias, guisantes, lentejas) pueden producir 10 veces más, y los vegetales de hoja, 15 veces más... la espinaca puede producir hasta 26 veces más proteínas por acre que lo que la carne vacuna". (Lappé, en Rifkin)
Las multinacionales también producen y controlan las semillas, los agroquímicos, el ganado, los mataderos, el marketing y los canales de distribución para asegurarle al mundo las bondades del ganado alimentado con grano. Campañas de venta y la publicidad en los países en vías de desarrollo equiparan el consumo de ganado alimentado con grano y el prestigio del país. Como asegura la revista "Farm Journal":
"Agrandar y diversificar el abastecimiento de carne parece ser el primer paso para cada país en vías de desarrollo. Todos comienzan instalando granjas de pollos y huevos -la manera más barata y rápida de producir proteína animal. Entonces, tan rápido como su economía lo permita, ascienden en la "escala de las proteínas" hacia la producción de cerdo, leche y lácteos, al ganado alimentado con pastos, hasta llegar finalmente al ganado alimentado con grano."
Animar a los otros países a subir en la escala de las proteínas es uno de los principales intereses de las compañías de agronegocios. Este cambio continúa a buen ritmo en muchos países, a pesar del número creciente de personas que mueren de hambre en el mundo. Las consecuencias en los humanos del cambio a la ganadería alimentada de grano fue dramáticamente ilustrado en 1984, cuando en Etiopía miles de personas murieron de hambre. El público desconocía que al mismo tiempo Etiopía estaba usando su tierra para producir semillas de algodón, lino y rape para exportar al Reino Unido como alimento para el ganado. Actualmente, millones de hectáreas de tierra en el tercer mundo están siendo usados exclusivamente para alimentar al ganado de Europa.
La cuestión del privilegio y el poder, la expropiación y la explotación del mundo moderno ha ido de la mano del desarrollo calórico de cada ser humano del planeta. Las disparidades siguen aumentando... El consumo de grandes cantidades de carne es visto como un derecho y como un estilo de vida. El otro lado de la cultura de la carne, el que la gente desplazada busca desesperadamente qué comer, jamás es hecho público. Los consumidores de carne están demasiado lejos, o demasiado indeferentes para enterarse de los detalles del complejo ganadero, y también para darse cuenta de que sus preferencias dietéticas afectan las vidas de los demás, humanos y animales.
Fuente: Rifkin, J.: "Beyond the Beef. The rise and fall of the Cattle Culture". Plume, New York, 1993. Fuente imágenes: AP photo (Michel Lipchit) en www.mindfully.org.