22 dic 2010

TODOS QUIEREN COMER EN PAZ


Según los profesionales de la producción de eventos, organizar un banquete o sencillo “catering” para un numeroso y heterogéneo grupo de personas podría convertirse en una pesadilla.

“Lo siento, mi religión no me permite comer cerdo”, “el médico me prohibió comer pollo”, “no por favor, los mariscos pueden matarme”, “soy intolerante a la lactosa”, y por supuesto el que siempre digo yo; “no, por favor, soy vegetariano”, son algunos de los comentarios frecuentes en estas reuniones y que ponen en reales aprietos a los anfitriones para complacer a sus invitados o asistentes.

Un amigo me comentó una vez que la comida más diplomática que existe es la vegana, ya que no ofende a ninguna creencia, y por ello debería ser el común denominador en los eventos. Y estoy completamente de acuerdo con él. Más allá de nuestra posición por los derechos animales, por la contribución ambiental, la solidaridad con los desfavorecidos o la salud, habría que añadirle la paz.

Hoy veo asombrado que en los manuales de organización de eventos, en artículos y notas no se haga referencia a qué ofrecer como alimento en estos programas y lo más insólito, es que sigan diciendo que es un verdadero dolor de cabeza elegir las comidas, cuando la solución está a la vista.

Seleccionar el menú para recepciones, fiestas, conferencias, congresos y pequeñas reuniones dejarían de ser una complicación con sólo echarle un ojo a las recetas veganas.

Les comento esta simpática experiencia que ocurrió hace unos años en el aeropuerto de Maiquetía.

Al llegar a la confirmación del vuelo Caracas-Maracaibo se me advirtió que el avión llegaría con bastante retraso, pero como andaba cómodo en mi cronograma accedí a esperar (después me arrepentí). Fueron 8 larguísimas horas esperando frente a la puerta de embarque y por supuesto, todos los pasajeros sentimos un hambre atroz durante la espera. La aerolínea (que no voy a decir cuál es por respeto a ellos) ofreció unos sándwiches para apaciguar un poco la desesperante espera, y ahhhh sorpresa, eran sándwiches de Jamón y queso.

Negándome cordialmente a ese “alimento” le digo a la simpática moza que nos servía, que soy vegetariano y que realmente tengo hambre, pero que no puedo comer eso que me da. Ella volteó alrededor y se encontró con una no grata eventualidad; tres vegetarianos, dos no comían jamón por razones religiosas y una señora de avanzada edad que no podía comer cerdo por indicaciones médicas.

La señorita intentó por todos los medios de solucionarnos el problema, pero no había nada vegano, y a la hora que estaban sirviendo no había ningún restaurante abierto. En pocas palabras, no hubo solución.

Recuerdo que Ilan Chester ilustró que una vez fue invitado a un programa de tv y en el mismo había un chef que estaba preparando un lechón y al final de la transmisión le pedían que comiese “la exquisitez”, y el artista fiel a sus principios se negó rotundamente a hacerlo.

Creo que debo repasar un poco la historia o indagar un poco más en lo que se servía en los incontables banquetes en los que se homenajeaba a personalidades como George Bernard Shaw, Albert Einstein, Tomas Alba Edison, entre tantos otros vegetarianos, no con la intención de igualarme a tan importantes personalidades de nuestro pasado contemporáneo, sino para conocer y aprender de sus experiencias para ser complacido por quienes están en la obligación de prestarte un servicio de alimentación en un determinado momento.

A veces las soluciones son tan evidentes, pero nos encanta complicarnos.