27 ago 2010

Tú y tu muerto

Por Verónica Cerrat

Sería una cena como tantas otras. Un restaurant cualquiera en Buenos Aires con personas amigas, otras conocidas, otras no presentadas todavía. Finalmente fuimos once los comensales y luego de los saludos, la actualización de la vida de cada uno, llegó el tan esperado momento de pedir la comida. Quienes eran amigos tenían conocimiento que dentro de mis hábitos alimenticios están totalmente excluídos los animales y sus derivados, quienes no me conocían se estaban enterando... Las reacciones y cuestionamientos de siempre comenzaron a sucederese en el orden habitual de un ritual: "No comés carne roja ¿pero pollo tampoco?", "¿Y qué comés si no comés nada de nada?", "Pero las plantas también sufren,¿te las comés igual?", "Yo estoy comiendo menos carne y me siento mejor", "¿Te hacés estudios para chequear que no estés enferma?"... Sí, el ritual era el de siempre.

Frente a mí estaba sentado Sergio, nos habíamos cruzado en una reunión hacía algún tiempo pero nada sabíamos uno del otro. A la derecha de Sergio estaba Julieta, otra cara conocida. Ellos como los demás, preguntaban, escuchaban, opinaban.

Cada quien eligió de la carta lo que deseaba comer. El mozo anotó. En unos minutos Sergio tenía frente a sí lo que había pedido "Ternerita a la mostaza con papas noissette" , yo mi plato con un popurrí que el chef de tan buena voluntad había diseñado cual cuadro de Mondrean: un poco de arroz, un poco de champignones, un poco de papas, un poco de hojas verdes, unos pocos tomates secos. Para mí, un manjar.

Todos los platos servidos, todos esperando que alguien comenzara, y comencé. En ese momento Sergio se dirige a mí:

- Disculpá, ¿te molesta?

- ¿Qué cosa?

- Que coma esto delante tuyo

(silencio)

- Sergio, te voy a plantear una situación que espero sirva como respuesta: imaginate que en este momento tomás el cuchillo y se lo clavás a Julieta en el brazo, luego en el estómago, luego agarrás el tenedor y le arrancás los ojos, también cortás un poco de sus piernas y para finalizar le clavás el cuchillo en el corazón. Cuando terminás de hacer todo eso, me mirás y me preguntás "¿Te molesta?". Más allá del estado de shock en el que seguramente me encontraría, creo que mi molestia sería insignificante en comparación de lo que tuvo que soportar Julieta. Que yo sea testigo es anecdótico, porque la próxima vez que mates no estaré viéndolo y matarás igual. Así que esa es mi respuesta, hacé de cuenta que yo no estoy. En esta mesa sólo estás tú y tu muerto.

http://www.veronicacerrato.com

1 comentario:

Yasuu Echelon Believer dijo...

Oh exelente respuesta o.o a mi igual me suele pasar, cuando salgo a comer con mis amigos o simplemente en los recesos, empiezan a preguntarme y a decir cosas de ese tipo. Saben que es por ética y por qué no? también porque es más saludable, pero ellos suelen tomarselo a broma y a veces hacen malos comentarios al respecto... para terminar, vengo de una familia completamente carnívora ^^' haha

Buena experiencia que has compartido (: sería extreño encontrar a un vegetariano o vegano que no haya pasado por algo así