Chuletón vegetariano
Rechazar la carne ya no significa renunciar al sabor del chorizo o la morcilla, gracias a las numerosas imitaciones 'verdes' que existen en el mercado
UN apetitoso chuletón, un buen bacalao al pil pil o unos sencillos huevos con chorizo son platos que se pueden encontrar en el menú de cualquier restaurante tradicional. ¿Y por qué no incluirlos en la carta de un vegetariano? Hay sabores a los que es difícil renunciar, incluso para los naturistas. Ahora, sin necesidad de utilizar la carne como complemento imprescindible, los vegetarianos ya pueden disfrutar del placer de comer productos típicos de la gastronomía popular sin faltar a sus ideales.
Lo único que varía es la materia prima. Chorizo a base de soja, seitán, copos de avena, pimentón y ajo; morcilla de piñones, arroz, cebolla y carbón vegetal o 'auténticas' salchichas frankfurt de soja y especias son algunos de los alimentos que los enemigos de la carne emplean en sus guisos cotidianos. «Intentamos crear productos prácticos que, además de su exquisito sabor, aporten al organismo todo lo necesario para conseguir una dieta equilibrada, ofreciendo así una alternativa más a todos aquellas personas que han optado por un tipo de alimentación vegetariana», explica Juan López, encargado de la firma Ahimsa.
Su empresa lleva más de 20 años produciendo embutidos a base de vegetales ecológicos. La oferta es infinita. Pero, ¿cómo hacen para que su sabor recuerde al de los productos cárnicos? El secreto está en las especias. «Si pruebas la carne cruda compruebas que no sabe a nada. Es cuando la cocinas y la condimentas cuando se puede degustar. Al fin y al cabo, las especias del embutido tradicional son las mismas que las que utilizamos los vegetarianos», afirma López.
Más caros
Las 'imitaciones vegetales' han alcanzado tal fama que es imposible no dar con ellas en cualquier tienda de dietética, herboristería o incluso junto a sus tocayos cárnicos en el supermercado. Sin embargo, no sólo la etiqueta ayuda a diferenciarlos. El precio es otro factor importante. Una ristra de chorizo vegetariano, por ejemplo, cuesta casi 3 euros más que el embutido tradicional. «Tienen un coste más alto por el aval ecológico de los alimentos con los que está hecho, pero tampoco es un precio prohibitivo», se justifica Salvador Sala, director comercial de Vegetalia, empresa distribuidora de alimentos de origen vegetal.
Si el bolsillo no permite comprar más de uno de estos alimentos a la semana y se dispone del tiempo necesario, siempre cabe la posibilidad de cocinarlos en casa. «También se venden tofu y seitán natural con los que se pueden hacer filetes a la plancha o hamburguesas, y que salen mucho más económicos que comprarlos ya hechos», sugiere Aintzina Gastegita, encargada de la tienda Kresala.
Una de las ventajas de la cocina vegetariana es, según sus defensores, su gran riqueza nutritiva. «Aporta más vitaminas y minerales que una dieta basada en proteínas animales y una nueva forma de cocinar que contribuye mucho más a que todos esos nutrientes lleguen en buen estado al organismo», defiende Mas Fuentespina, nutricionista y ovo-lacto-vegetariana desde hace más de 30 años.
Según el presidente de la Asociación Española de Nutricionistas y Dietistas, Giusseppe Rusolillo, el vegetarianismo, «llevado correctamente», es una opción completamente válida desde el punto de vista nutricional y «no tiene por qué suponer ningún riesgo en cualquier etapa de la vida».
Una opción saludable
Numerosos estudios demuestran que los que no comen carne tienen menos riesgo de padecer enfermedades coronarias, diabetes, varios tipos de cáncer, estreñimiento y obesidad. «Lo que no es justificado es decir que los vegetarianos comen más sano que los que no lo son, porque se puede comer de manera muy saludable introduciendo alimentos de origen animal en la dieta», advierte Rusolillo.
Para el nutricionista, las hamburguesas o las salchichas de origen vegetal son una alternativa interesante dentro de una gastronomía «aburrida y monótona como es la vegetariana». Aún así, recomienda tener siempre un límite. «No deja de ser 'fast food'», matiza el representante del gremio.
Según datos de la Unión de Vegetarianos Española, sólo el 0,8% de la población no consume ningún tipo de carne o pescado y de esta cifra, un 10% prescinde también en su dieta de huevos y lácteos. «A partir de lo ocurrido con las vacas locas, las crisis alimentarias se han asumido como algo normal y son los jóvenes que militan en defensa de los derechos de los animales los que más se animan a seguir este tipo de dieta», reconoce David Roldán, presidente de los vegetarianos españoles.
Los omnívoros nunca serán superados por los que dejan a un lado a los animales en su dieta. Aún así, la alimentación sana consigue más adeptos cada día gracias al arte culinario de los restaurantes verdes. Y es que uno de los objetivos de los chefs de la gastronomía vegetal es el de propagar las bondades de los productos de la tierra.
Y nada mejor que hacerlo recurriendo a las 'recetas de la abuela'. «Intento que los platos se parezcan visualmente a la cocina de siempre. Por ejemplo, el pollo de la pepitoria de mi madre lo sustituyo por berenjenas», relata Rafael Carretero, responsable del establecimiento Garibolo. «A fin de cuentas, somos aquello que hemos comido», afirma risueño mientras reconoce que la mayoría de sus clientes no son vegetarianos.
Los chuletones se sustituyen por escalopes de berenjena, mientras que el bacalao al pil pil deja su lugar al pil pil de calabacín, que utiliza las algas para gelatinizar y dar el sabor de pescado que caracteriza a este plato. «Pretendemos dar bien de comer teniendo como base los productos de la tierra, porque todas las gastronomías se pueden complementar», explica Javier Calzada, gerente del restaurante Armonía y Salud.
Un placer en la mesa
La comida es uno de los mayores placeres de la vida. Y es por ello que el fin último de todo 'restaurante verde' es «hacer feliz a todos», dice Graciela Brebbia, una de las dueñas del local Yerbabuena. Al abrir su carta, el comensal puede deleitarse con bocados como los huevos rotos de corral biológicos con patatas laminadas acompañados de pisto manchego, morcilla y chorizo o las brochetas de embutidos vegetales sobre rúcula silvestre con salsa de Roquefort suave y emulsión de salmorejo.
«Queremos sorprender al que come carne y al que no lo hace, y terminar con los prejuicios de las personas que nos ven como bichos raros. ¿Si hasta los médicos recomiendan ir a un vegetariano!», concluye la restauradora.
Lo único que varía es la materia prima. Chorizo a base de soja, seitán, copos de avena, pimentón y ajo; morcilla de piñones, arroz, cebolla y carbón vegetal o 'auténticas' salchichas frankfurt de soja y especias son algunos de los alimentos que los enemigos de la carne emplean en sus guisos cotidianos. «Intentamos crear productos prácticos que, además de su exquisito sabor, aporten al organismo todo lo necesario para conseguir una dieta equilibrada, ofreciendo así una alternativa más a todos aquellas personas que han optado por un tipo de alimentación vegetariana», explica Juan López, encargado de la firma Ahimsa.
Su empresa lleva más de 20 años produciendo embutidos a base de vegetales ecológicos. La oferta es infinita. Pero, ¿cómo hacen para que su sabor recuerde al de los productos cárnicos? El secreto está en las especias. «Si pruebas la carne cruda compruebas que no sabe a nada. Es cuando la cocinas y la condimentas cuando se puede degustar. Al fin y al cabo, las especias del embutido tradicional son las mismas que las que utilizamos los vegetarianos», afirma López.
Más caros
Las 'imitaciones vegetales' han alcanzado tal fama que es imposible no dar con ellas en cualquier tienda de dietética, herboristería o incluso junto a sus tocayos cárnicos en el supermercado. Sin embargo, no sólo la etiqueta ayuda a diferenciarlos. El precio es otro factor importante. Una ristra de chorizo vegetariano, por ejemplo, cuesta casi 3 euros más que el embutido tradicional. «Tienen un coste más alto por el aval ecológico de los alimentos con los que está hecho, pero tampoco es un precio prohibitivo», se justifica Salvador Sala, director comercial de Vegetalia, empresa distribuidora de alimentos de origen vegetal.
Si el bolsillo no permite comprar más de uno de estos alimentos a la semana y se dispone del tiempo necesario, siempre cabe la posibilidad de cocinarlos en casa. «También se venden tofu y seitán natural con los que se pueden hacer filetes a la plancha o hamburguesas, y que salen mucho más económicos que comprarlos ya hechos», sugiere Aintzina Gastegita, encargada de la tienda Kresala.
Una de las ventajas de la cocina vegetariana es, según sus defensores, su gran riqueza nutritiva. «Aporta más vitaminas y minerales que una dieta basada en proteínas animales y una nueva forma de cocinar que contribuye mucho más a que todos esos nutrientes lleguen en buen estado al organismo», defiende Mas Fuentespina, nutricionista y ovo-lacto-vegetariana desde hace más de 30 años.
Según el presidente de la Asociación Española de Nutricionistas y Dietistas, Giusseppe Rusolillo, el vegetarianismo, «llevado correctamente», es una opción completamente válida desde el punto de vista nutricional y «no tiene por qué suponer ningún riesgo en cualquier etapa de la vida».
Una opción saludable
Numerosos estudios demuestran que los que no comen carne tienen menos riesgo de padecer enfermedades coronarias, diabetes, varios tipos de cáncer, estreñimiento y obesidad. «Lo que no es justificado es decir que los vegetarianos comen más sano que los que no lo son, porque se puede comer de manera muy saludable introduciendo alimentos de origen animal en la dieta», advierte Rusolillo.
Para el nutricionista, las hamburguesas o las salchichas de origen vegetal son una alternativa interesante dentro de una gastronomía «aburrida y monótona como es la vegetariana». Aún así, recomienda tener siempre un límite. «No deja de ser 'fast food'», matiza el representante del gremio.
Según datos de la Unión de Vegetarianos Española, sólo el 0,8% de la población no consume ningún tipo de carne o pescado y de esta cifra, un 10% prescinde también en su dieta de huevos y lácteos. «A partir de lo ocurrido con las vacas locas, las crisis alimentarias se han asumido como algo normal y son los jóvenes que militan en defensa de los derechos de los animales los que más se animan a seguir este tipo de dieta», reconoce David Roldán, presidente de los vegetarianos españoles.
Los omnívoros nunca serán superados por los que dejan a un lado a los animales en su dieta. Aún así, la alimentación sana consigue más adeptos cada día gracias al arte culinario de los restaurantes verdes. Y es que uno de los objetivos de los chefs de la gastronomía vegetal es el de propagar las bondades de los productos de la tierra.
Y nada mejor que hacerlo recurriendo a las 'recetas de la abuela'. «Intento que los platos se parezcan visualmente a la cocina de siempre. Por ejemplo, el pollo de la pepitoria de mi madre lo sustituyo por berenjenas», relata Rafael Carretero, responsable del establecimiento Garibolo. «A fin de cuentas, somos aquello que hemos comido», afirma risueño mientras reconoce que la mayoría de sus clientes no son vegetarianos.
Los chuletones se sustituyen por escalopes de berenjena, mientras que el bacalao al pil pil deja su lugar al pil pil de calabacín, que utiliza las algas para gelatinizar y dar el sabor de pescado que caracteriza a este plato. «Pretendemos dar bien de comer teniendo como base los productos de la tierra, porque todas las gastronomías se pueden complementar», explica Javier Calzada, gerente del restaurante Armonía y Salud.
Un placer en la mesa
La comida es uno de los mayores placeres de la vida. Y es por ello que el fin último de todo 'restaurante verde' es «hacer feliz a todos», dice Graciela Brebbia, una de las dueñas del local Yerbabuena. Al abrir su carta, el comensal puede deleitarse con bocados como los huevos rotos de corral biológicos con patatas laminadas acompañados de pisto manchego, morcilla y chorizo o las brochetas de embutidos vegetales sobre rúcula silvestre con salsa de Roquefort suave y emulsión de salmorejo.
«Queremos sorprender al que come carne y al que no lo hace, y terminar con los prejuicios de las personas que nos ven como bichos raros. ¿Si hasta los médicos recomiendan ir a un vegetariano!», concluye la restauradora.
Fuente: http://www.diariosur.es
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